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miércoles, 18 de enero de 2012

Tranvía, Servicio público





En todo lo alto la cruz blanca espera el reluciente brillo nocturno de una 'verde luciérnaga' con un lagarto morado tatuado que en su largo tiempo de aguardo con ella juega. A día 17 de enero de 2012, los raíles silenciados por un Castillo avaricioso que se siente coloso acumulando basura van cerrando su ranura.
La extraña vegetación “que no es de esta ciudad” se seca por la arpía decisión de un mal Ayuntamiento en apatía que no vela los derechos de su ciudadanía. Los cables suspendidos en el silencio de la noche suspiran esperando las caricias que no llegan se confiesan aturdidos. El césped artificial echó a volar con manos ajenas que buscaban otras utilidades y vete a saber si jaeneras. Los hundidos adoquines atraviesan la calzada levantados en rebeldía por que los jaeneros no pelean la venida del tranvía. El plantón continuo a las paradas las convierte en fantasmadas donde miras y remiras, mas no confluyen las miradas. En el paso de este tiempo empiezo a comprender que la ciudad de Jaén sufrió el parto prematuro de un tranvía y el nonato se encuentra en sus cocheras-incubadora esperando si vive con la suficiente fortaleza de echar a andar o muere de una vez y su agonía pasa a aliviar ese tortuoso trayecto que algunos recorren día a día. Los intentos reanimadores o salvación los jaeneros los siguen con expectación. Sin ficción, desde esta humilde tribuna: más proposición: Qué su puesta en marcha sea con el capital privado que va a hacer el macrocentro comercial en Vaciacostales. Ya que si no hay bizarros, ni empresarios o románticos que pongan en marcha el tranvía, habrá que tomar otra vía: la Fiscalía.   
José María Hermoso