Jueves, 03 de Mayo de 2012 12:59 OPINIÓN -
CARTAS DE LOS LECTORES
Félix Martínez/Desde Jaén.
Me dice un muy más que buen amigo, aquél que
necesariamente ha de leerme cuando aquí aparezco, que últimamente doy una
impresión de estar desviándome hacia la izquierda.
Durante un atardecer completo estas palabras
me han tenido meditando qué signos de ello muestro en mis escritos y
recorriendo mi mente y corazón para tratar de encontrar el motivo de esta
rareza que él observa, tan solo el espejo me refleja el uso de corbatas,
camisas y chaquetas, perfumes y otros aderezos comunes a ambos brazos, el
derecho y el izquierdo en tanto que do se guardan las ideas está como el de
todos, la mitad de la mitad del cuarto. A fuer y mucha honra de sinceridad,
esto que se ha acabado hasta en las derechas, con lo que las izquierdas juegan
al trompo, las seculares organizaciones venden sabiendo que la mentira nunca
será verdad y entre estilo más que peligroso en que la sociedad sufre, pasa
necesidades, aguanta palos, sufre que de nosotros se rían y todo ello sin
enseñarnos el alemán, he de decir y digo que sí, que me estoy desviando, pero
no hacia la izquierda. Sin duda, este más que amigo, se ha percatado que algo
me ocurre. Y si tal vez hubiera simplemente una maceta en la que instalarme, no
pido más terreno que una simple maceta de pitiminí, en ella me instalaría
alejado, resguardado y huido de todo esto que llaman sociedad y vacunado de
todos estos a especies de negocios que venden la resolución de los problemas de
la convivencia humana y la verdad es que nos tienen más o menos cual ganado lo
más productivo que el veterinario alemán marca. No, mi querido amigo, no, no
estoy deslizándome hacia la izquierda. Los que tuvimos la desgracia de pasar
hasta pasados la treintena en la dictadura conocemos muchas más argumentaciones
que el tiempo ha ido colocando en su sitio. La principal argumentación es que
las que dicen llamarse tendencias políticas, ideologías, etcétera, etcétera,
son simples adulteraciones, cuando no y ya como en las pasadas elecciones,
mentiras puras y duras usadas para ganar no una forma de gobernar, si no el
poder. Y tanto es así que se ha llegado al máximo del engaño electoral
cambiando en horas veinticuatro lo que se dice, desapareciendo de eso de dar la
cara, que no del registro de nóminas y ganancias. Cambiando el papel de
dedicarse al trabajo por la sociedad y los ciudadanos por el de actores que ni
tan siquiera entran en grupos de drama, comedia o comedia del arte, simplemente
en la rama de los actores de la política. Y hete aquí, con estas y otras ideas
que se me iban aclarando, cuando mi más que amigo me dice lo de mi
deslizamiento a la izquierda. Mezclo este aviso con el aviso de mi memoria
histórica de sesenta y ocho años y se me aparecen unos tipos que me llamaron
mucho la atención, que la situación de tiempo en que los conocí me los presentó
como algo raros y que a pesar de todo hubo algo que me admiró y que no sabía
concordar su enorme inteligencia con los planteamientos que proponían. Como es
natural no me atrevo, ni tan siquiera oso a ello, a entrar en describir nada
más que mi admiración. Esos hombres fueron los anarquistas, ácratas o como se
les quiera llamar, pero lo que si, hoy pasado desde la dictadura a la situación
actual mundial, con este capitalismo, con un gobierno que en Jaén permite que
seiscientas veinticuatro personas pierdan sus viviendas hipotecadas, que en la
misma página escupe a la sociedad regalando legalización de fraude cometido en
cientos o miles de millones a ladrones de la hacienda, esa que somos todos, si
yo, ante todo esto, sigo confiando en esta sociedad es que soy bastante peor
que los que permiten e impulsan todo esto. No, más que amigo, no, no me estoy
desplazando hacia la izquierda, nos están empujando hacia una zona mucho más
profunda. Además creo que, como tengo la sensación y seguridad de que todo esto
de escribir no sirve para nada, pues no voy a decir esta vez ni hasta luego, va
a ser más corto: ¡Adiós! ¡Bueno, que siempre me pasa lo mismo: hasta luego!