Desde mi voluntario exilio, con el
que mantengo incontaminado mi pensamiento de todo el entramado de suave,
vaselinesca, muy suave y floja introducción de todas las “noticias” según el
plan para que nos mantengamos muy tranquilos, tan solo me asomo a este nuestro
noticiario local. Y la verdad es que si no fuera porque esto del tranvía es
algo con lo que los unos y los otros se lo tiran de raíl a raíl, tampoco me
hubiera molestado en escribir estas letras, lo más cortas y simples que pueda.
Simples han de salir porque donde no hay más que simpleza no
puede salir más y con esto me lo digo todo. Pero además de esto, hay algo que
no aguanto, lo siento y es que se juegue con el ciudadano y ya es que está uno
hasta la catenaria de, en lugar de hacerlo nosotros de chicos, jueguen con
nosotros. Lo de instalar un bordillo en el Paseo de la Estación del
Generalísimo Franco para proteger a los vehículos del tranvía... No comprendo
si son los vehículos del tranvía los que intentan proteger del ataque de
animales, mulos, caballos, asnos, etcétera, de otros vehículos no tranviarios,
de ciudadanos, etcétera, o bien es al revés, que se protege a todos esos grupos
de los ataques del tranvía hambriento. No sé, pienso y mi simpleza me rueda por
la vacía cabeza hacia el suelo. Pero hay más. Aquí, ni los unos ni los otros se
han aclarado con el tranvía. ¿Por qué del tranvía? ¿Pero porqué no comparecen y
hablan claro? Si el tranvía, según los actuales, no sirve para nada. ¿Cómo
viene una empresa catalana a explotar sus pérdidas? Si han dejado al
Ayuntamiento en una tierra quemada y “el Ayuntamiento” dicen que tiene que
pagar seis millones de euros al año, permítame el Ayuntamiento que le diga que
“tururú”, que eso lo pagaremos los ciudadanos, yo me sigo preguntando: ¿Por qué
no lo arrancan y se nos saca de ese pozo envenenado donde van a entrar los
catalanes? O se actúa o no se habla. Que ya estamos los ciudadanos, deberíamos
estar, hartos de tanto hablar y hablar y ni los unos ni los otros, —los pobres
del centro ya se fueron—, hacen nada medio normal. No, no sigo. Simplemente
también me exilio de esto y que sigan tirándose el tranvía y la Catedral y el
Castillo y el extraño artefacto que ocupa el suelo sagrado donde estuvo la
prisión provincial y la Plaza de Santa María y recogiendo la basura las
madrugadas de lluvia. Pero, los unos y los otros. No he visto cosa igual.
Tampoco entiendo el daño que puede hacer un “trazado”, que lo harían en planos,
ordenador, nada, no entiendo nada y como no entiendo nada no me fío de nada. Lo
que sí afirmo, además del exilio, es que yo no me montaré en el tranvía y que
sí alguien me ve y demuestra que me he montado le regalo mil euros.
Baroja
Baroja