En esta singular época de cuentos, leyendas y mentiras,
puedes alcanzar ratos y relatos asaz curiosos, que dan a luz detalles únicos
de por sí pero conducidos a ridículos cuando los toman gentes no preparadas
que los intentan utilizar. Reconozco la inteligencia de Aghata que goza cual
inglesa en una playa y disfruta con las rarezas que en esta ciudad descubre. Ha
logrado mutar todas las tesis que se habían levantado sobre una calle que
dicen se ha estado reparando hace ya casi años. Nos miramos los dos, cuando
alguien que manda dijo que en veinte días estaría en funcionamiento. Expuse
mi duda si serían festivos o de parados. Se aclaró, en primer lugar que con
esos datos serían veintisiete. Pasados, de nuevo se aclara que ya no se da
fecha, que ya depende del calor que conjunte la calzada. Se le olvidó decir
que también tendrían que eliminar el escalón de la entrada o salida de un
lado de la calle, si es que ni tan siquiera pensaban en ponerla en no muy
buen servicio. ¡Y salta Aghata! Pero
Baroja, ¿de qué calle hablas? Le digo, riéndome que la de Álamos. Y me
dice que así nos va en Jaén, que no hay manera. Que eso que llaman calle, de
larga construcción y seguramente corta vida, es la calle de González Doncel,
tesorero que fue del Papa, sobre 1468. Que no hubo problema alguno de
endurecimiento de adoquines y el de dinero menos. Otra vez que se creían que
se iban a reír de nosotros. ¡Pobrecillos! Hasta González Doncel se parte de
risa y los álamos se secan. Pero duro no se pone nada. Pasen, pasen a verla y
a disfrutarla.
Baroja
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viernes, 21 de septiembre de 2012
No endurece
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