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viernes, 21 de septiembre de 2012

No endurece


 
 

 

En esta singular época de cuentos, leyendas y mentiras, puedes alcanzar ratos y relatos asaz curiosos, que dan a luz detalles únicos de por sí pero conducidos a ridículos cuando los toman gentes no preparadas que los intentan utilizar. Reconozco la inteligencia de Aghata que goza cual inglesa en una playa y disfruta con las rarezas que en esta ciudad descubre. Ha logrado mutar todas las tesis que se habían levantado sobre una calle que dicen se ha estado reparando hace ya casi años. Nos miramos los dos, cuando alguien que manda dijo que en veinte días estaría en funcionamiento. Expuse mi duda si serían festivos o de parados. Se aclaró, en primer lugar que con esos datos serían veintisiete. Pasados, de nuevo se aclara que ya no se da fecha, que ya depende del calor que conjunte la calzada. Se le olvidó decir que también tendrían que eliminar el escalón de la entrada o salida de un lado de la calle, si es que ni tan siquiera pensaban en ponerla en no muy buen servicio. ¡Y salta Aghata! Pero Baroja, ¿de qué calle hablas? Le digo, riéndome que la de Álamos. Y me dice que así nos va en Jaén, que no hay manera. Que eso que llaman calle, de larga construcción y seguramente corta vida, es la calle de González Doncel, tesorero que fue del Papa, sobre 1468. Que no hubo problema alguno de endurecimiento de adoquines y el de dinero menos. Otra vez que se creían que se iban a reír de nosotros. ¡Pobrecillos! Hasta González Doncel se parte de risa y los álamos se secan. Pero duro no se pone nada. Pasen, pasen a verla y a disfrutarla.
Baroja