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martes, 25 de octubre de 2011

Tabaco


 
 Argumentaba y defendía un médico su acuerdo con la prohibición de fumar en la mayoría de los sitios públicos.  Mi posición es tal vez muy difícil, pero a pesar de ello  he de decir y digo que estoy absolutamente de acuerdo con sus tesis y abogo y defiendo esta prohibición, aclarando que si de nuevo vamos caer, como en tantos otros aspectos, en imprimir la letra y no hacer cumplir lo legislado es mejor quedarse tal cual.  Y por supuesto que no lo hago en base a ningún estudio, ni a estadística alguna, simplemente me baso en la experiencia propia y en siete años de abstinencia total, desde un  día en que doblando y tirando la mitad de un estupendo “celta emboquillado”  me arranqué la coleta y abandoné las cadenas del tabaco. Ni tan siquiera entré por eso tan usual de decir “este lo termino”. No, no lo terminé porque aquello ya estaba dispuesto a terminar conmigo. ¿Era aquello fumar? No, era más bien una bestialidad desde el despertar hasta el sueño. Los tres paquetes son autentico suicidio.
         ¿Qué es difícil quitarse del tabaco? Muy difícil y además cuando eres consciente del daño que te hace y te dicen que  lo abandones y no eres capaz, el enfado y la rabia que te entran es enorme. Por eso yo, salvo a tan solo una persona que la veo caminar por la senda por do he caminado, a nadie le digo que lo deje. Tan solo le cuento algo de la senda y ahí está el camino. Desgraciadamente y a pesar de la casi imposibilidad de dejar de fumar “motu propio” puede llegar el momento, que no se lo deseo a nadie pero que puede ser real, en que tan solo con una palabra que te digan abandones hasta el medio “celta emboquillado”. ¿Qué palabra? Una muy dura, con tan sólo dos silabas y que te cambia por completo la vida y la concepción que de ella tenías: Cáncer.-
         Estimo que está  lo suficientemente claro el peligro del tabaco y la adicción que genera es muy semejante a la que generan las drogas perseguidas.  Sigo sin comprender como los gobiernos no prohíben su venta y consumo. En fin, han de ser cosas de eso que llaman capitalismo y que la ganancia del tabaco es para los capitalistas y los gastos que genera los pagamos los ciudadanos. Admitido todo ello y todo lo demás es por lo que aún sigo sin comprender como no se prohíbe totalmente que se fume en los lugares públicos, porque las medidas a medias son una tomadura de pelo. Ahora, cuando el alejamiento de años del tabaco me dota de una singular capacidad para detectar su uso es cuando se es consciente que el humo y por ende el veneno que generan unos pocos en un local, llega a todos y se respira, se respira y se fuma. Se lo mal que sientan, si eres fumador, estos escritos, pero también se que no hay más remedio que hacer patente la verdad y la verdad es que tengo la obligación de contarla cuando hacen ahora siete años de la fecha en que recibí el castigo por el abuso del tabaco. Castigo, premio y gracias a tantas y tantas y tantas gentes que junto a Dios me han permitido escribiros hoy.

AL-MUTAMID

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