Que pena! ¡Sinceramente, cuanta pena se acumula en mi vesícula penal! Toda una vida soñando, sueños variados como lo son las distintas etapas de la vida, con encarnar a la figura de Gaspar y de buenas a primeras, el feroz capitalismo me destroza la ilusión. Ya no podré ser Rey Mago, al menos en esta vida, que a lo mejor llego a donde me corresponda y me dan la sorpresa.
Y llevan razón los que han eliminado esta chabacanería del sorteo para que cualquiera pueda ser Rey Mago de Oriente y aunque me duela personalmente, reconozco que para esta Casa Real, de tres pisos, está muy bien tomada la decisión de que sea alguien con dinero, alguien que viva la realidad de nuestros días y se deje de tonterías antiguas de que los pobres o los que no tienen dinero son iguales. ¡Hasta ahí podíamos llegar! Lo que ignoro es si sobre esto de los Reyes Magos tiene algún derecho de autor la autoridad religiosa y en su caso quien lo abonaría. Creo que el que los Reyes sean representados o encarnados por personas de categoría económica reconocida redundará en una inyección económica muy saludable a las arcas de nuestro Ayuntamiento, que a la postre es lo que importa. Y además se va terminando con todos esos cuentos. Quien tenga dinero que sea Rey Mago y quien no… que se vaya a la aceituna. ¡Ya está bien de tonterías! Muy bien la medida de no poner apenas luces, quien las quiera que las ponga en sus balcones y yo, para dar ejemplo, colocaré dos candiles con aceite de soja baratito. ¡Viva el cambio!
AL-MUTAMID
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