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Todo, y… todos/as cambian, ecepto las baldosas |
Mi secular humildad franciscana, que tan estupendamente cuadra con los nuevos y actuales tiempos en los que triunfan los estilos marianistas, me conduce a que el ejercicio físico que diariamente me obliga al recorrido de la ciudad lo realice descendiendo para abajo, por sus calles, plazas y avenidas y la mayoría de las veces acompañado por la agradable música del tableteo de las baldosas rotas o trozos de las mismas al pisarlas, tropiezos en los hoyos y baños de abluciones cuando los tales están situados en los márgenes de los pasos de peatones y los coches pasan por su sitio en los días de lluvia. Como ya conoces su sonido, es una delicia, pues en función del lugar de la pisada, diseñas el arte musical con la combinación del do, re, mi, fa, sol y mucho mejor si va acompañada la pisada con el agua de lluvia pues escuchas a los barítonos elogiando a unos que titulan como políticos y que no tengo, afortunadamente, ni idea de que son los tales. En este entorno giro de la calle Maestra y bajo hacia Darymelia. Saludo al fotógrafo de JAEN quien me demuestra, con su indiferencia profesional, que no personal, que ya, afortunadamente, no soy nada, si es que alguna vez lo fui. Ver y sentir la alegría de esos chiquillos saliendo del teatro, con su ejemplar del periódico en las manos, gritando, alegres, verles las caras, todo esto te conforta y piensas que esto es nueva vida en estas generaciones y todo lo que sea cambio de retorno a otros estilos ha de estar enterrado y bien enterrado. Dejemos que viva la vida.
AL-MUTAMID
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